Jamás cerrar un día sin opinar sobre algo, suena a mandato contemporáneo; no es el caso de Carmen González Táboas, que además de abrir el juego, no sólo a los analistas, estudia, escribe (escribe libros) y opina con amabilidad sobre asuntos poco amables. Dice la autora: “La enseñanza de Freud y de Lacan nos orienta en el consultorio, donde los síntomas acusan fuertemente las consecuencias de los discursos que corren por las calles. A su vez, el analista es un ciudadano como los otros; salvo que, enseñado por el discurso analítico, su mirada puede atravesar la inmediatez de la imagen, la crudeza de los hechos y la velocidad de los tiempos, buscar el revés de la trama, su lógica secreta… lo intento en mi blog”. Las mujeres, con excepciones, son contemporáneas de sí mismas. En este libro, esa actualidad es notable por el cálculo entre distancia y cercanía. Con un decir que frasea, afirma, contradice, abre; abre el juego en una época menos teñida por la desesperanza de lo que se cree, de lo que conviene a ciertas industrias y a ciertas políticas. Pensar un declive no es lo que enseña Lacan, y este libro es una prueba. ¿Sería necesario contar cuántas veces su autora habla del amor?
del prólogo de Pablo Chacón