Esta obra recorre al detalle los rincones e intersticios del deseo materno, deseo que, bien sabemos, puede esperar a un niño, alojarlo, o puede constituirse en el rechazo más radical, que revela al recién llegado su estatuto de objeto. Habrá uno u otro destino posible para ese niño según haya podido hacer él mismo con ese oscuro deseo de quien ha constituido para él un Otro primordial.
Verónica Lagamma va más allá de la solución freudiana, al tomar el deseo materno en sus matices y en sus sombras, considerándolo a secas, sin el velo del amor, que es, sin más, uno de los Nombres del Padre. Ir más allá de Freud, paso dado por Lacan al imprimirle a lo femenino un goce que no participa del todo en lo fálico.
La autora nos invita a pensar la condición de madre en una mujer, acuñando un significante singular, aquellas “posturas de madre”, dando cuenta así de los múltiples modos en que el deseo materno puede presentarse en una mujer, una por una.
Los ejemplos clínicos hallados en este libro permiten pensar en que el síntoma de un niño puede venir a cavar en el Otro esa nada en la que se instituye el deseo, como signo de una falta. Es decir, un niño puede pedir nada aun cuando pareciera estar pidiéndolo todo.
Este libro nos permite explorar “las nuevas maternidades” y los extravíos que impone la época, en la que se ciernen nuevas modas donde se intentará circunscribir a la maternidad. Cabe decir, que esto no es ajeno a una nueva ética de los cuerpos y los goces. Y un niño puede sentir tanto una expulsión, un desalojamiento tan radical y absoluto del Otro materno que hace uso de ciertos cánones ideales para cumplir con la función materna, como cuando esto se presenta sin máscaras. Es decir, naturalizar la maternidad es un velo que cierra la pregunta por cómo ese sujeto devino madre y cuál es el deseo que la concierne íntimamente en ese acto.
La lectura de este libro nos lleva a esos intersticios de un deseo decidido que se lanza a la búsqueda de una Verdad propia, que no será sino aquella que toca la fibra más íntima del sujeto, a saber, aquella que causa esta escritura.
Del prólogo de María Paula Giordanengo