La adolescencia en los tiempos que corren

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Autor: Guillermo Adrián López (compilador)
Editorial: Grama

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En este libro, Guillermo Adrián López ha sabido reunir, bajo el título La adolescencia, en los tiempos que corren, una excelente selección de textos que abordan el presente y el porvenir de la adolescencia. El resultado es una compilación inteligente, no solo por la calidad de los textos, sino por la orientación precisa que nos da en la clínica de la adolescencia en la civilización actual.

Este libro tiene la virtud de saber reunir las características centrales de la adolescencia. La adolescencia no es una enfermedad, sino algo con lo que hay que saber hacer. Su carácter temporal es inseparable de las carencias y padecimientos que hay que poder soportar.

La adolescencia es una transición difícil en la vida de todo ser hablante, es una fase en la que uno está especialmente afectado por la presencia del deseo. Si se habla tanto del aburrimiento o del hastío de los adolescentes es precisamente porque entramos de lleno en eso de lo que adolecen. En verdad, el aburrimiento es índice de la falta, es “deseo de otra cosa”, deseo de algo distinto de lo que se está viviendo en el presente. En rigor, los adolescentes dan testimonio de estar afectados por lo que hace mella en el tiempo del deseo, tiempo de la palabra inocente cuando lo que aún se ignora está cubierto por la máscara del yo.

Los adolescentes son inocentes de lo que causa el deseo. El deseo está ocupado persiguiendo su objeto, vive y se proyecta en un futuro, lo que motivó que Lacan hablara del “futuro anterior” del deseo, un futuro siempre acompañado por dos afectos: la esperanza y el miedo; y por una animación particular del cuerpo: la prisa.

Esperanza, miedo y apresuramiento son los afectos principales que caracterizan a los adolescentes al constatar que el sentido huye, cuando se percatan que el sentido del deseo es precisamente la fuga, la huida. Lacan llegó a definir el deseo como defensa y, este libro, aborda las distintas formas con las que los adolescentes se defienden contra el presente.

Del Prólogo de Vicente Palomera