La habitación del desamparo

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Autor: Estela Cáceres Monié
Editorial: Letra Viva

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Una boya en medio del océano es un objeto que flota y tiene una utilidad: ubica y señala a los navegantes, rumbos, caminos, derroteros. Debajo de la superficie –lo que no se ve– hay un ancla que, enterrada en el fondo, permite mantener a la boya siempre en el mismo sitio. Estela Cáceres Monié posa su mirada en el monótono vaivén de una boya sobre la superficie del agua y construye una bellísima metáfora de la muerte. El mar, ese otro mar diría Borges, también es la muerte misma y el lugar donde la autora levanta un espacio mítico: un museo (un ambiente sin lugar y mundo fuera del mundo, señala Blanchot, extrañamente confinado, privado de aire, de luz y de vida). El museo del naufragio.

Pero también –y acaso lo más doloroso– se narra una muerte concreta. El realismo crudo, el ancla de la boya. Un hombre –el ser amado– muere. Esa muerte lenta se construye paso a paso mientras se desintegra la vida en la escritura. En la escritura –como en la vida– el cuerpo del amor –el cuerpo del cuerpo– se vuelve cenizas. Son prosas brevesque alcanzan un contrapunto feroz con las imágenes líricas del agua y la boya.

La habitación del desamparo de Estela Cáceres Monié amansa el infierno de un duelo largo y abrasador –agradecemos la enormidad del agua. Y al final, cuando el libro se cierra y las emociones se acomodan, nos animamos a recibir, dulcemente, aquel verso magistral de Pavese: “Para todos tiene la muerte una mirada”. Entonces, la lectura logró su cometido.

María Malusardi