Me dijo que una tarde de emociones intensas, vertió en un antiguo mortero, una y cada una de las abstracciones de su mente. Vertió, entre otros, a lacan y a freud, a la virgen maría y al mismísimo dios. Me dijo que después, agarró la maja de ese mortero, y que, con decidida fuerza, golpeó y machucó.
Dijo que no fue con violencia, que en todo caso, necesitó valor y que al terminar solo había polvo, un polvo pardo… y temor. Me dijo que después, guardó el polvo en un frasco de vidrio, y que estuvo casi muda el tiempo que siguió.
Lo que no me dijo es si antes o después escribió este libro.
Ni si quiso escribirlo, o no.
Escritos viscerales nos ofrece un acercamiento diferente al primer seminario de Jacques Lacan. En una dialéctica con lo conceptual, Soledad Lecuona atraviesa el texto del psicoanalista francés, con estilo y profundidad poética, haciendo de su lectura una experiencia novedosa y particular.
